SARAH OLIVIERI

EN EL MEDIO

11.08.17

Estudiantes latinos revelan identidades divididos

Jessica Hill / Para The Post


The original article has been translated from English into Spanish.

Antes de que Carla Triana se mudara a Wauseon, Ohio, un barrio predominantemente blanco, ella había vivido en Zacatecas, México, un barrio pequeño con solo cinco calles donde todos se conocían y las casas eran hechas de concreto.

“La sociedad quiere ponernos en una caja y etiquetarnos.”– Carla Triana

Su padre fue a Estados Unidos para trabajar cuando ella tenía 4 años y les mandaba dinero. Triana, su madre y su hermana vivían en una casa pequeña sin baño y se bañaban con una cubeta llena de agua. Ella ayudaba a su madre a vender empanadas caseras puerta-a-puerta.

Después de haberse mudado cuando tenía 5 años, Triana compitió en un equipo de atletismo. Corría rápido, ella dijo. Pero, cuando corría sus compañeros de equipo decían, “Ahí va la mexicana huyendo de la inmigración.”

Mientras visitaba a la familia, no encajaba. Sentía como si no pudiera pronunciar algunas palabras correctamente, y en los E.E.U.U., hiciera errores con palabras de inglés.

“Estoy atascada en el medio. Estoy tratando de buscar dónde yo encajo,” dijo Triana. “La sociedad quiere ponernos en una caja y etiquetarnos.”

Como Triana, otros estudiantes latinos han experimentado una crisis de identidad como si ellos hicieron malabarismos encajando en dos mundos — su mundo de comodidad y su propia cultura y un mundo blanco en su universidad.


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Gabriela Godinez-Fregrino, nació en Ciudad de México, se crió en Cincinnati, “mitad y mitad.” Se había mudado a los E.E.U.U cuando tenía 2 años, su familia se aseguró de mantenerse en contacto con su herencia. Ella creció hablando español y visitando a su familia extendida en México dos veces cada año. Godinez-Feregrino tuvo una niñez divertida, pero fue difícil.

“Nunca eres lo suficientemente estadounidense, y nunca eres lo suficientemente mexicana,” dijo Godinez-Feregrino.

En los E.E.U.U, la gente recuerda que ella es mexicana y no completamente estadounidense. Preguntas como “tu eres mexicana, correcto?” o “De dónde eres realmente?” frecuentemente saldrían de sus lenguas. Y cuando Godinez-Feregrino visita México, los amigos de sus primos se encogen de hombros y dicen “Eres americana, entonces no entiendes.”

Godinez-Feregrino creció en una burbuja de inmigrantes en Cincinnati. La mayoría de sus amigos también son inmigrantes. Su mejor amigo fue un refugiado de Birmania, y Godinez-Feregrino descubrió que ellos compartían las mismas adversidades a pesar de venir de diferentes partes del mundo.

Ella recuerda una de las primeras veces que explicó a alguien que no era indocumentada. Cuando tenía 10 años, fue a evento de Girl Scouts. Ella y sus amigos habían estado hablando de visitar a su familia durante las vacaciones. Un padre, confundido, le preguntó cómo podía volver a México. Godinez-Feregrino no entendió la pregunta, pero su madre respondió que acababan de renovar sus pasaportes.

“Nunca aludí al hecho de que posiblemente podría ser indocumentada porque eso no era cierto,” Godinez-Feregrino dijo. “Ni siquiera estaba en mi mente. No sabía que la gente hacía eso. Yo tenía 10 años.”

Cuando Godinez-Feregrino se convirtió en ciudadana en el séptimo grado, experimentó una transición espiritual. Antes, su madre había sentido incómoda cantando el himno nacional. Pero una vez que finalmente ganaron la ciudadanía, el himno nacional y la bandera estadounidense se intensificaron en su vida.

“Ahora, es tuya. Ahora, legalmente, es tuya,” su madre le dijo.

Una vez que se convirtió en ciudadana americana, el acoso también empezó. La gente le decía “Vete a casa.” Ella no podía entender como un papel, que legitimó su derecho de estar en el país, significaba mucho para ella pero significaba muy poco para cualquier otra persona.

“Fue definitivamente una crisis en miniatura,” Godinez-Feregrino dijo. “Al mismo tiempo, también estaba aceptando mi sexualidad, y ser queer, como bisexual o pansexual, así tampoco era saludable que mi identidad racial y mi identidad sexual estuvieran chocándose al mismo tiempo.”

Su madre se esforzó por alejar los prejuicios de su hija. Mirando hacia atrás, Godinez-Feregrino recuerda cuando ellos estaban de compras en el centro comercial, y un gerente no las dejaba solas. Godinez-Feregrino se preguntó por qué el gerente las había seguido, y más tarde, se dio cuenta de que el gerente pensaba que iban a robar.

“Mi mundo entero,” Godinez-Feregrino dijo. “Todo cambió porque me di cuenta de que mi madre era tan buena escondiéndomelo.”

delfín bautista, el director de LGBT Center en OU, nació y se crió en una casa de habla hispana en Miami, Florida. bautista, que usa pronombres de “they/them,” no se dieron cuenta de la cantidad de minorías que los latinos tienen en ciertas áreas primero cuando fueron a la escuela de posgrado en Connecticut y luego cuando llegaron al campus de OU.

La gente le decía que bautista no se veía “latino,” y bautista preguntaba, “Cómo debo parecer?”

En 2016, los estudiantes hispanos constituían el 3.1 por ciento del cuerpo estudiantil de OU, en comparación con los estudiantes blancos, que constituían más o menos 78.7 por ciento, según OU Factbook de la Office of Institutional Research.

“Es muy solitario y aislado,” bautista dijo. “¿Dónde encuentras comunidad? Y luego, tener que justificar y probar constantemente tu latinidad.”

Percentage of Hispanic students from 2010 to 2016 at OU

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Sarah Olivieri | ILLUSTRATION


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Triana recuerda haber llorado mucho. Cuando tenía 5 años, ella, su madre y su hermana se mudaron a E.E.U.U. para encontrarse con su padre. Su tío les manejaron a una casa, donde esperaron los coyotes, la gente que contrabandea americanos latinos a través de la frontera. Se quedaron en la casa por un mes, y cruzaron la frontera escondidos en vehículos el Día de Acción de Gracias en 2000.

Antes de obtener una tarjeta de residencia a través de la abogada de inmigración de su familia, Svetlana Schreiber, y más tarde su ciudadanía, Triana vivía como inmigrante indocumentada.

Sus abuelos se murieron después de que ella vino a E.E.U.U. Incapaz de regresar a México, nunca llegó a verlos.

“No tengo muchas memorias de ellos,” Triana dijo, las lágrimas brotando de sus ojos.

Vivir como inmigrante indocumentada la moldeó. Ella tuvo que crecer rápida, Triana dijo. A las 7 o 8 años, ella estaba traduciendo para sus padres en los bancos y las entrevistas — “ cosas grandes y adultas,” dijo.

Triana trataba de asimilar a la cultura de sus amigos blancos y mezclarse. Aunque estaba orgullosa, también ignoraba su propia herencia porque no podía hablar de eso. Siente que tiene una identidad dividida que es separada entre dos grupos, a veces referido como generación 1.5.

Triana atribuye su estado de inmigración y su identidad dividida como una de las razones por las que ha sufrido una enfermedad mental. Afectó a sus estudios, le hizo ser una estudiante de quinto año e “infectó” sus relaciones. Triana cree que la enfermedad mental es un gran problema en la comunidad latina — ya que la religión es muy influyente en México, algunas personas piensan que sólo necesitan rezar y que eso la mejorará.

“Levantarse de la cama fue difícil. Comer fue difícil. Esos fueron tiempos muy difíciles,” dijo Triana.

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Gabriela Soto, una estudiante de primer año indeciso en el College of Arts and Sciences, es de Humacao, Puerto Rico, y ha sentido muy bien recibida en OU. En su primera semana, hizo amigos con la gente en su residencia y se unió a Latino Student Union. Cuando Huracán María golpeó Puerto Rico en septiembre, sus amigos del Latino Student Union la consolaron.

Siento como tengo que estar jugando un juego en un tablero que no hecho para mí."– Godinez-Feregrino

“Me uní a Latino Student Union porque, aunque vine aquí para explorar cosas nuevas, sabía que iba a sentir nostalgia,” dijo Soto. “Creo que Latino Student Union fue lo más parecido a Puerto Rico.”

Godinez-Feregrino, una estudiante en el último año estudiando medios integrados, sin embargo sintió como una forastera. De vez en cuando, un compañero de clase decía algo engañosamente racista, y ella no se sentía cómoda defendiéndose por sí misma, temiendo que su profesor se ofendiera.

“Siento como tengo que estar jugando un juego en un tablero que no hecho para mí,” dijo Godinez-Feregrino.

Los hispanos constituían 17 por ciento de los estudiantes (tanto de pregrado y posgrado) matriculados en la universidad en 2015, según la U.S. Census Bureau. Y a partir de 2012, la tasa de matriculación universitaria hispana superó la de los estudiantes blancos, según Pew Research Center.

Entonces, el número de estudiantes latinos en OU es bastante “vergonzoso,” dijo Alicia Chavira-Prado, la asistente especial del vicerrector de Diversity and Leadership.

“Necesitamos hacer mejor,” dijo. “Si no respondemos a esos demográficos, nos estamos perdiendo. Necesitamos crecer a medida que las tendencias de la nación crecen.”

Cuando Triana, la presidente de International Student Union, vino a OU en su primer año, no conocía a muchos estudiantes latinos y consideró transferir a Ohio State University por ese motivo.

“No pienso que aislada ni siquiera lo describa,” dijo Triana. “Cómo la emoción, el sentimiento, desesperado para que las personas se parezcan a ti. … Me sentí muy mal recibida, como si realmente no encajara.”

Cuando Godinez-Feregrino estaba en su primer año en OU, ella nunca había experimentado tal aislamiento físico. En secundario, si experimentaba microagresiones, ella podría irse a casa a su familia, pero en la universidad, estaba sola.

Godinez-Feregrino jugó con la idea de una residencia universitaria para las personas de color, ya que podría ser útil y hacer que los estudiantes de latinx se sintieran seguros y cómodos en su propio espacio. latinx es un término que a menudo se usa como una forma neutral o no de género para referirse a una persona de ascendencia latinoamericana.

“¿Pero qué vamos a hacer? ¿Nos seguimos aislando? ¿Continuar segregándonos?” preguntó Godinez-Feregrino. “Tener espacio para las personas de color, las personas de latinx, donde se puede hablar español y no tener miradas sucias es realmente agradable, pero así no es como funciona el mundo.”

Los programas y las organizaciones como Latino Student Union existen, Godinez-Feregrino dijo, pero esos programas, no son para ella no más porque ella está ayudando a organizar y ponerlos.

“Estamos todos tan cansados,” dijo. “¿Por qué es nuestro trabajo cuidar de nosotros mismos … en términos de la visibilidad? Ese no debería ser solo mi trabajo. Ese debería ser un trabajo universitario para que otros estudiantes de primer año se sientan más seguros. Porque honestamente, me estoy quemando.”

Godinez-Feregrino dijo también que era difícil ser interseccional, tratando de encajar ambos con la comunidad LGBT y con la comunidad latina. SHADES, un grupo LGBT para la gente de color, la ayudó mucho, y ahí es donde ha hecho sus mejores amigos. Los grupos que se enfocan en la interseccionalidad son útiles, dijo.

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OU trabaja para promover la diversidad, pero una área de crecimiento es con los estudiantes, el profesorado y los empleados de latinx, dijo bautista, el asesor de LSU. Si bien reclutar y promover la diversidad es crucial, es igualmente importante no simbolizar o “tokenize” la diversidad y genuinamente cuidar y celebrar a los estudiantes latinos. La universidad también debería ayudar a crear espacios donde se pueden reconocer dos o más identidades, dijo bautista.

“Pienso que estamos muy rápidos para poner a las personas en las cajas,” dijo bautista. “ ‘Aquí están los estudiantes negros, aquí están los estudiantes de latinx, aquí están los estudiantes gay, aquí los estudiantes internacionales.’ Pero, la realidad es que esos estudiantes son mucho más que eso.

El financiamiento adicional para grupos como SHADES, y Multicultural Center, Women’s Center, y LGBT Center ayudará a esas organizaciones a organizar más eventos, dijo Godinez-Feregrino. Proveer más entrenamiento de la diversidad y contratar a más personas que se preocupen por la diversidad también puede ayudar a los estudiantes latinos.

“Puede que seamos pocos, pero cuando nos encontramos, realmente nos abrazamos,” dijo Chavira-Prado. “Nuestra amistad, nuestra camaradería, y aquí hay muchas personas buenas que aprecian sinceramente el multiculturalismo, para las minorías que están profundamente comprometidas con la justicia social.”

En febrero, Triana fue uno de 70 estudiantes arrestados en Baker Center. Se sentó con los otros estudiantes para protestar las políticas de inmigración nacional y haciendo la universidad un campus abierto, al ver la dura realidad de que si Schrieber, su abogada de inmigración, no hubiera ayudada a su familia, Triana podría haber sido uno de los estudiantes con miedo a la deportación. Ahora, Triana ha decidido qué quiere ser cuando se gradúa — una abogada de inmigración.

“Quiero dar les a otra gente la oportunidad para perseguir sus sueños y metas y empezar sus propios negocios, sin el temor de ser deportada,” Triana dijo. “Quiero ayudar a cambiar las vidas de las personas. Quiero ser un defensor de la inmigración. Eso es lo que quiero hacer.”

This version was checked for errors by OU Spanish Professor Mary Jane Kelley

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